Esta semana hablábamos en sesión de esa sensación y esa creencia que muchas veces aparece y nos viene a decir que estamos “rotos” o “fallados”. ¿Quiénes somos en esta vida para lograr cosas si estamos tan dañadxs?
Y yo me pregunto… ¿Quién no lo está? No existen infancias ni crianzas perfectas y a lo largo de la vida, todxs en algún momento nos vemos atravesadxs por el dolor. Ese dolor que cala tan hondo que se siente en el cuerpo, en el alma y en el corazón.
Pasamos gran parte de nuestra vida tratando de “arreglarnos”, marcando nuestros errores, los “defectos”, criticándonos y tirándonos para abajo cada vez que queremos intentar algo.
¿Cuánto tiempo y cuánta energía invertimos en valorar nuestros logros? Parece que cada acierto es como una estrella fugaz: “que bueno, lo logré. Pero ahora falta esto o aquello”. ¿Cuántas veces te celebras? Si, así como cuando festejas un gol de la selección, con esa emoción que sale de lo más profundo.
¿Qué pasaría si dejáramos de ver nuestras cicatrices como algo que ocultar? ¿Te imaginás cómo sería dejar de querer taparlas y en su lugar animarte a abrazarlas? Esto me hizo acordar a una vieja tradición japonesa, tal vez la conozcas, se trata de una técnica artística llamada Kintsugi. Cada vez que algún objeto de cerámica se rompe, en lugar de desecharlo, es reparado con una mezcla a base de pegamento y polvo de oro.
Esta forma de reparar los objetos empezó a darles un nuevo valor, estas piezas empezaban a ser más valoradas que las piezas que nunca se habían roto. Lejos de intentar esconder, se busca resaltar cada una de esas marcas.

Te comparto esto porque es una hermosa invitación a repensar nuestras heridas y su valor. Todas las personas tenemos la capacidad de sanar y ser resilientes, de resurgir como el ave fénix después de algunas batallas que la vida nos presenta.
Viene a recordarnos que por más difícil que se vuelva la vida a veces, siempre podemos tomar nuestras sombras y volverlas luz. De hecho, nuestras experiencias nos vuelven únicxs, irrepetibles y valiosxs.
«El mundo nos rompe a todos. Y luego algunos se hacen más fuertes en las partes rotas.»
Ernest Hemingway
Si estás leyendo esto, si tuviste un año difícil, complicado, con altibajos, quiero alentarte a que te regales ese gran abrazo que tanto necesitás. Celebrate, brinda por vos. ¡Seguís dando batalla, aprendiendo y renaciendo una y otra vez!
Somos lxs artesanxs de nuestra propia vida y tenemos en nuestro interior todo el poder para juntar nuestros pedazos, repararnos y crear la vida que queremos vivir.
Con amor,


